En ocasiones me siento como un microbio que, al término de recorrer un dedo del pie vislumbró el tobillo... y emocionado le llamó Dios. Estos trabajos de Hércules, autoimpuestos, ya me están cansando pues me proporcionan conocimientos que quizás -o muy seguramente- no sean tales. A todo esto, conocimientos sin utilidad ya obran en las bibliotecas de todo el planeta, reitero, al margen de que lo sean, que eso no podemos saberlo jamás desde esta existencia a ras del suelo. Antoine de Saint-Exupery decía por boca de su creación más dulce, que lo esencial es invisible a los ojos. Y yo agrego que lo verdadero está más allá de toda comprensión humana.
Otras veces me imagino como un general, esgrimiendo grandes "razonamientos" cuando en realidad soy como un niño con arco y flecha de rama verde; alguien o algo debió estar divirtiéndose en grande cada vez que yo intentaba explicar cosas trascendentales, pero ahora yo tomo ese lugar y también me divierto, pues en verdad no tengo ni pajolera idea de qué va nada. Pero nada.
Tengo en el haber un montón de datos y el magín aún me funciona, pero cualquiera de esos planteamientos no es más que una composición, la cual tiene idéntico valor que el que puede tener una pieza musical de las que compongo habitualmente; o te agrada o pasas de ella, pero no esperes encontrar algo trascendente allí pues si lo hay, es por pura casualidad y hasta es muy probable de que me lo haya perdido, ya que felizmente soy cada día más ignorante y eso para mi no solo es todo un logro, sino que tampoco agota mi capacidad de asombro.
Puedo buscar un millón de permutaciones a algo dado -se me da con naturalidad- y sin embargo, eso es nada si no puedo obtener un beneficio para mi o para otros, es solo una cuestión de práctica e ingenio. ¿Cómo decir las cosas sin que quien las recibe no te tilde -al menos- de poco humilde? Emulando a Paracelso… o callando. No hay otra manera... aunque he visto que en muchas ocasiones, un silencio evidente pinta de cuerpo entero a una persona, si bien yo hablo hasta por los codos y por supuesto no es mi caso, atendiendo desde ya el dicho popular de que "el que mucho habla, mucho se equivoca", si bien la referencia es a que puede cometer más errores quien incurre en ello que quien deja de hacerlo, así que ante la duda, opino
Lo siento, me amo porque soy Argentino, te perdono y demás, pero no puedo ser hipócrita ni conmigo ni contigo.
La mente amigo es algo maravilloso, pero no te deja bajar cuando te has subido a ella y luego, en un descuido te conviertes en mente, mucho más cuando desde allí intentas explicar la espiritualidad; en verdad veo esto como el único trabajo en el que hasta Hércules fallaría miserablemente, si no fuese al menos capaz de obtener un beneficio práctico, como cascar un huevo con una sola mano, que ahora se me da muy bien y es objeto de un descarado pavoneo.
En definitiva, puedo opinar sobre cosas pequeñas; si pico un poco más alto… por favor no me lo tengas en cuenta. Es que es difícil desterrar vicios tan arraigados. Tu amigo que te quiere bien.
P.D.: te avisaré con tiempo cuando publique Cuentos Descarados.