Cada vez tengo más claro que el mayor y más complejo viaje que podremos hacer en la vida es el viaje al centro de uno mismo. Es curioso cómo a veces pensamos que nos conocemos mejor que nadie: “¿cómo voy yo a no saber lo que soy?” “¿quién mejor que yo me va a conocer?” La verdad es otra bien distinta: somos demasiado importantes como para aprehender toda nuestra realidad en unos pocos años de vida. El género humano, la persona, es una encarnación de lo divino que se reviste de existencia: aquí y ahora, cualquier persona es un reflejo de ese Dios, Energía, Luz, o como quieras llamarle, que ha movido este conjunto de consecuencias y efectos al que llamamos cosmos.
Pues bien, ante tan abrumadora experiencia, a veces, adoptamos la “pericia” de dosificar nuestra realidad, siendo conscientes simplemente de aquellas partes de nosotros que nos interesan para adaptarnos a los problemas o retos que se nos presentan. De esta manera podemos llegar a pensar que somos un rasgo y el opuesto según el acaecimiento al que me enfrento. Las personas no somos en función de nuestro entorno, antes al contrario, nuestro entorno es en función de lo que somos, pensamos y creemos. Si tomamos conciencia real de esto entenderemos por qué a veces se repite nuestra feliz o triste historia una y otra vez con personas y momentos distintos. Quizás es más cómodo pensar que somos víctimas de las conjuras de la vida o que todo lo que nos pasa tiene que pasar porque está escrito, pero yo lo veo de otro modo: somos los principios activos de nuestros aconteceres diarios, soberanos de la vida que hemos decidido vivir, bien consciente o bien inconscientemente: quienes son el reflejo del Primer Motor Inmóvil, del Gran Arquitecto, de la Causa Primera, de Dios, en definitiva, no pueden ser víctimas del azar.
¿Entiendes ahora por qué comenzaba diciendo que el mayor y más complejo viaje que podremos hacer en la vida es el viaje al centro de uno mismo? Llegar a ese destino implica tomar conciencia del gran potencial que tenemos, implica tomar por completo las riendas de nuestra vida, implica darnos cuenta de que en nosotros habita una realidad que supera el dolor, la desgracia, la pena o la preocupación, una realidad que todo lo hace nuevo. No quiero dar una lista de hábitos sociales que nos dificultan este proceso para no herir las sensibilidades de los que piensan que no debemos generalizar, pero si diré que gran parte de la responsabilidad de que seamos unos perfectos desconocedores de lo que somos se lo debemos a la “sociedad de los estímulos”. Contínuamente, desde que salimos de casa hasta que volvemos, estamos en contacto con estímulos que nos obligan a salir fuera de nosotros para crear las necesidades que se manifiestan en nuestro interior, es decir, son otros lo que transforman nuestra realidad interna y nosotros, con mucho gusto, lo permitimos. La publicidad, la política, las sociedades privadas... contínuamente nos insinúan, cuando no nos dictan directamente, lo que debemos pensar, hacer o decir.
Puedes estar más o menos de acuerdo con lo que escribo, eso no es lo más importante, lo que pretendo, en última instancia, con esta reflexión es compartir una experiencia: la necesidad de seguir incansablemente viajando al centro de lo que soy; y lo quiero compartir porque tengo la humilde certeza de que no soy el único que tiene esta necesidad. De antemano diré a los que aun no han emprendido este camino que no es un viaje agradable en todo sus tramos: es doloroso romper la imagen de lo que creemos que somos y encontrarnos con lo que verdaderamente somos; esta es una de las tareas más arduas y duras de nuestra vida, pero la más necesaria.
La palabra personalidad viene del griego prosopon (πρόσωπον) que significa máscara. Estas máscaras eran utilizadas con dos finalidades: preservar la identidad del actor que las utilizaba en el teatro y la de proyectar la voz a modo de megáfono; así, la personalidad tiene también dos funciones: preservar lo que verdaderamente somos ante la sociedad y proyectarnos como seres socialmente aceptados, es decir, que cumplen con los patrones y normas que la sociedad establece como buenas. Si queremos encontrarnos con el verdadero yo, lo primero que tenemos que hacer es prescindir de la máscara, una máscara que, a veces, la llegamos a confundir con nuestro verdadero rostro. Nuestra “personalidad” es necesaria de cara a la galería, cuando estamos interpretando el papel de nuestra película, pero cuando nos quedamos solos, cuando lo que nos queda es mirar lo que hay dentro de nosotros, la máscara sólo puede estorbarnos. ¿Te imaginas que aquellos actores hiciesen su vida enteramente con la máscara puesta (comer, dormir, besar...)?, es absurdo ¿verdad?, pues tan absurdo como eso es pretender “ser” la imagen que hemos creado de nosotros mismos para ser socialmente aceptados. En tu viaje interior no te hará falta la máscara, guárdala en el cajón de tu mesilla de noche y póntela, si quieres, de nuevo cuando hayas vuelto.
Se me hace necesario decir algo, sin ánimos de aconsejar nada a nadie: No tengas miedo de mirarte tal y como eres. Este es el principio de toda sanación. Si no reconoces lo que eres, con tus grandezas y miserias, es imposible sanar. Conocerse a uno mismo es abrazar con amor aquello que te hace sentir miserable, es reconocer que no existen personas que te caen mal, sino personas que te recuerdan lo mal que te caes. Todo empieza dentro y según la sabiduría milenaria, como es dentro es fuera. El proceso de conocimiento real de uno mismo, es por tanto un proceso de aceptación desde el amor para empezar a transformar la realidad interna y, por ende, también la externa.
Todo esto surge a partir de un taller de Todo Amor impartido por Loida en Málaga el pasado 11 y 12 de Diciembre. En él descubro la parte de mí que más me duele, y sufro, es más, mientras escribo esto, dos días después, sigo sufriendo, pero es un sufrimiento necesario, es el dolor que produce despegarme de la máscara que durante tantos años he llevado conmigo, hasta el punto de hacerse una sola pieza con mi rostro. Estoy seguro que, como dijo Loida, ahora empieza realmente el taller, ahora toca usar el dolor para aceptar y transformar las partes de mi realidad enquistada, ahora toca hacerse “grande”.
No quiero terminar sin agradecer desde el corazón a Loida por lo mucho que me ha enseñado dentro y fuera del curso. Los verdaderos maestros son los que hacen sentir importantes a sus alumnos y, por eso y por muchas otras cosas, Loida es una gran maestra. La Federación Española de REIKI, tiene mucha suerte de contar con ella. Muchas gracias, maestra, te quiero, amiga. También quiero agradecer a mi maestra Mari Carmen (Karmel) su apoyo en mis procesos, y su comprensión. Sus palabras, su humildad y su entrega son la mejor definición de su Maestría. También agradezco a Pepi sus sonrisas, sus abrazos y su temple, todo un ejemplo de sensatez; y a Álvaro su cariño, su amor incondicional y su paciencia. Él ha sido uno de los pilares en los que me he sostenido cuando más se me tambaleaba el suelo. Gracias a todos.
Mi impresión sobre el taller de Todo Amor, en Málaga de éste finde, es simplemente que....Ha sido justamente eso...TODO AMOR, ya que la persona que lo hace. Loida, es eso..AMOR, ya se que puede sonar a peloteo, pero ella sabe que no es así, que tb le "riño"...Solo decir, que me sumo a lo que dice Esteban, y es que la Federación cuenta con un pilar muy importante que es Loida Burgos, y aunque todos o muchos lo sabemos, no está de más reconocerlo a veces. o recordarlo... Decir que ha sido un taller para mi, totalmente diferente...Cuando terminó el taller y al dia siguiente ya en casa, después del sueño y demás....Porque es lo que tienen las "liberaciones post taller", que te quedas hasta las 5 de la mañana soltando y a las 9 todos en pie, al toque de diana. jajajaja. y después de otro día entero...La vuelta es cansada...Todo demasiado intenso...Llevas mil emociones, en el corazón pero que quieres procesar con la mente...Y te das cuenta que pierden el sentido al querer hacerlo...sin embargo ya una vez descansada...Comienzas a ver lo que "ha pasado"...A verte a ti mismo...A ver partes de tí que gustan o no , como dice Esteban... En éste taller he aprendido de mí muchísimo. y realmente me alegro de haberme dado cuenta de que hay algunas emociones que ya no están enquistadas, que han "desaparecido?"..."menguado?"..me da lo mismo el calificativo, solo disfruto como me siento...sin más... Ha sido curioso, porque el finde anterior tuvimos el taller de Rainbow Reiki, y sin pensar creo nos metimos en otro jaleo más..¡¡kamikazes¡¡.....Y Al llegar a Sevilla, y tomar tierra comienzan a "removerse" las cosas a un nivel impresionante...cosas "antiguas" que estaban escondidas, cosas por solucionar, y nada más llegar...¡¡plaff¡¡ la primera en la cara, y ahí la llevas...¡¡ way¡¡ Pues aquí a limpiar que es lo que toca ¿no?...Esteban, habla creo, de dolor. Hace un tiempo lo hubiese sentido así, pero ahora es que no lo veo como tal. La primera que me llevé en la cara al llegar...algo muy antiguo por resolver, y supuestamente un "problema muy gordo", esta vez creo que he sabido llevarlo de otra manera, desde la conciencia, de que esto es así, de que lo antiguo se tiene que ir, que hay que ir dejando paso, pero para ello hay que limpiar...¡¡y menuda limpieza¡¡ )....Está siendo muy duro, pero ésta vez como digo, desde la conciencia, estoy sabiendo dosificar las emociones.¿Para que pasar tanto tiempo sufriendo o desgastando? todo tiene su proceso, y todo pasa.. Durante el taller he descubierto algunas cosas de mí misma que no tenía "claras"...He perdido el miedo a "algunas cosas", y este taller me lo ha reconfirmado. Y vuelvo al principio, a reafirmarme en que tenemos a una persona con mucha valía, una amiga, que siempre está para lo bueno y para lo malo, y que a veces peca en algo...Dejar sus propios procesos en pos de los demás. ...Cada vez que voy a su casa, me siento como si fuera a casa de mi madre, asi es Loida, una madre...)..Llego haciendo lo que hago cuando iba a casa de la mía, mirando a ver si ha cambiado algo...etc,etc. Y abrazandola esperando ese calor de madre...Pero este finde me he dado cuenta de que las madres tb necesitan que las cuidemos¿no?....ains en fin, que me pongo sensible, y no es plan ahora.
A grandes rasgos, y con esa "primera en la cara" al llegar, me doy cuenta que éste taller me ha servido para darme cuenta de que por fin he aprendido a respetarme a mí misma, que hay "un miedo " que dejé de lado hace tiempo.
A Esteban no puedo más que agradecer infinitamente que haya aparecido en mi vida.
Bueno, Esteban.... no sé como decírtelo.... MARAVILLOSO TODO LO QUE HAS ESCRITO... me ha encantado como lo has contado, incluso hay frases para la posteridad, eh? Y a mi me poneis los dientes largos, porque , aunque no tengo nada que envidiaros porque tengo a John, no veais las ganas que tengo de ir a un taller con Loida... es perfecta! un gusto. Loida, porfi vente a Madrid a dar algún taller, anda!!!!
jejeje, que me pongo colorá!!! En enero hay un taller y con toda seguridad suba a ayudar a john, depende de como anden mis dedos... y si no, pues... en malaga!!! jaajjajj... el AVE y pabajo!!!
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