El tema de la muerte, es tan profundo que se generan grandes teorías especulativas, según experiencias, percepciones y vivencias en estados de ECM que estremecen... Sea cómo sea la experiencia post mortem, da igual si nos desintegramos entre la energía de la fuente, si nos quedamos estáticos o nos movemos entre los diferente vértices del gran poliedro, dodecaedro, o cualquiera que sea la forma de geometría sagrada o de qué manera se mueve la cuántica de energía liberada. Qué importa si debemos esperar a que los guías o maestros nos den nuestro nuevo cometido para volver a la vida física. Si de una película que nos apasiona nos cuentan el final antes de acabarla de ver, ya no tiene ninguna gracia ni misterio. Solamente, se puede decir una cosa que es cierta. La vida y la muerte están en un mismo punto. Se nace y se muere y se vuelve a nacer. Así continuamente, al igual que todos los proyectos de nuestra vida, nacen para morir, se acaban ciclos para iniciar otros. Toda muerte de un ser humano es un nacimiento. El proceso que haya entre un punto y el otro (que en definitiva es el mismo) es pura conjetura de percepción humana desde nuestro mundo mental limitado de tres dimensiones. Pura poesía de nuestro ser interior, que busca de forma desaforada la forma de encontrar el sentido al TODO cuando el TODO somos nosotros mismos y esta información la llevamos dentro de forma inconsciente. En mi modesta opinión: No pretendamos saber más. No queramos descubrir los misterios de la vida, sencillamente no podemos. La clave está en vivir con la confianza que nuestra existencia no se esfuma tras la muerte física. Cuando llegue nuestra muerte y nacimiento, seamos todo lo conscientes que podamos para disfrutar de la extraordinaria experiencia. Aunque luego no podamos recordarlo después con nuestra mente simplista. O quizá sí que podamos, puede que nos reencarnemos en un mundo mucho más avanzado en este tema. pero lo más seguro es que en nuestro SER superior quedará huella de todo ello. Muchas gracias por leerme.
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