SABER LO QUE NO QUIERES PUEDE SERVIRTE PARA AVERIGUAR LO QUE SÍ QUIERES.
Responderse a la pregunta de ¿qué es lo que REALMENTE quiero? –y es IMPRESCINDIBLE incorporar REALMENTE en la pregunta- no es fácil. Nada fácil. Lo fácil es contestar con lo que uno quiere materialmente o con lo que quiere el ego, pero ese REALMENTE incorporado en la pregunta hace que la respuesta sea más selectiva y más precisa.